La vida en el campo

Es muy posible que todos los que estéis leyendo este artículo viváis en la ciudad, más grande o más pequeña, pero ciudad al fin y al cabo, con sus semáforos, sus farmacias, sus bancos, sus aceras, sus taxis, sus autobuses, sus mercados, en fin, lo normal, tal y como lo hemos conocido.

Pues bien, vivir en una aldea en Galicia o en Asturias no tiene nada que ver. Tiene, como todo, sus ventajas y sus inconvenientes. Por ejemplo, cuando te levantas por la mañana, no vas a oir ningún bullicio que no sea el de los pájaros o el mugir de una vaca, punto. Ólvidate de pitidos de coches, de gritos o de ruidos de motor de coche o moto de gran cilindrada. Se oye una paz total y absoluta. Buen cambio no? Otro cambio es que cuando abras una ventana o salgas por la puerta de tu casa vas a respirar aire fresco, si, como lo oyes, aire fresco, sin polución, sin contaminación, algo, que creeme, lo agradecerán tus pulmones.

Cuando respires y des media vuelta para entrar en casa a desayunar o a ducharte, puedes dejar la puerta abierta, si, puedes estar tranquilo que no va a entrar nadie en tu casa, salvo la vecina para traerte algunos tomates o patatas de su huerta.

Otra cosa que notarás es el paso del tiempo, no tienes que mirar el reloj, y si pasas mucho tiempo te acostumbrarás a guiarte por la posición del sol, tal y como hacen los paisanos del lugar.

Una cosa más, no has de ir al mercado, sino que el mercado viene a ti, si, tal cual, todas las semanas, dos días a la semana, suben a todas las aldeas furgonetas cargadas de todo lo necesario para que no te mueras de hambre ni de sed. Es decir, casi todo, cosas innecesarias para, al menos, los lugareños, que tienen prácticamente todo lo que necesitan, no compran leguchas, ni patatas, ni tomates, ni conejos, ni huevos, ni ternera, ni pollo, ni coles, ni un sin fin de cosas naturales que ellos mismo siembran y crían.

La vida se vive de otra forma en un entorno rural, te acostumbras a ver pasar a las vacas por la zona, incluso acabas conociéndolas, y se acaba uno integrando en la naturaleza de una forma natural, acudes al parto de una vaca, puedes soltar a tus mascotas sin peligro de que atropellen a nadie, sin tener que recoger los excrementos y viéndoles correr como nunca lo habías visto antes.

Uno piensa más en lo que es, en lo que tiene, en lo que quiere y en lo que no quiere. Uno se hace más “humano” y se da cuenta, casi sin quererlo, en el sin sentido que tiene prácticamente el 90 % de las cosas que nos preocupan o que nos rodean en nuestro día a día en la ciudad.

Estas son, solo algunas de las cosas que tiene vivir en el campo, en una casa de piedra en Galicia o en Asturias, pero hay muchas más… simplemente te animo a descubrirlas por ti mism@, porque la vida, al fin y al cabo, es una aventura.

Anímate a saltar de tu mesa de trabajo y a descubrir otra forma de pasar tu preciado tiempo.

Un saludo de Jose.

Casabella Rústica.

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